Karin Valecillos: “El arte tiene que ser oportuno, no oportunista”
En un contexto convulsionado como es el actual en Venezuela, en el que muchas veces los espectadores esperan que los escenarios sean plataformas para la denuncia, la dramaturga Karin Valecillos replantea el proceso de creación a partir del entorno. La política, la censura y la superficialidad son temas que no escapan de su visión periférica de la sociedad, pero siempre hace hincapié en la necesidad de que los artistas se fijen en los sentimientos profundos y en las heridas que perdurarán después de que el torbellino pase.
—La gente quiere ir al teatro y ver espectáculos que sean un espejo de la realidad, pero eso no tiene que ser así. Puede funcionar desde la metáfora o desde los contrarios. Para hablar de lo que nos acontece, no tenemos que verlo reflejado tal cual. Cuando eso sucede, cuando no filtras las emociones que te surgen a partir del contexto, no perduras. Plantearse en este momento hablar o no de lo que sucede es arriesgado por la relación con el espectador. Hay una parte de la sociedad que te reclama que hables del país, pero cuando va al teatro quiere olvidarse de todo lo que ocurre y entretenerse. Eso no está mal, también es necesario que el teatro funcione como una válvula de escape, porque lo que tienes a tu alrededor es mucho más absurdo y estridente que lo que te puedes llegar a imaginar y escribir. Por eso es complejo ofrecer respuestas, pero siempre se habla del entorno.
—El arte tiene que ser entretenido, pero tal vez no sabemos distinguir entre entretenimiento y superficialidad. El teatro tiene que ser emotivo, pero por la confusión de términos creemos que algo que tenga una reflexión muy profunda es aburrido. Hay que comprender al público. Existe un tipo de audiencia para cada espectáculo. Lo que no puedes hacer es escudarte en la incomprensión o en el solipsismo, creer que si nadie entiende lo que estás tratando de decir está bien porque lo que tú haces es arte puro. Lo importante siempre es encontrar tu voz.
—En el medio. El arte tiene que ser oportuno, no oportunista. Tienes que hablar de lo que te angustia, pero de forma honesta. Si yo en este momento no siento la necesidad de escribir sobre lo que ocurre en el país, no lo hago. Es un acto de libertad, mi entorno no me tiene que decir de qué escribir. También uno tiene que entender qué espacios tiene. Justo ahora empecé a escribir mi primera novela en solitario para RCTV y no tiene nada que ver con la situación actual. Hay quien podría decir que tengo la oportunidad de escribir algo que se verá afuera, que puede ayudar a comprender el momento o dejar registro; pero lo eventual no necesariamente tiene que permear en todo lo que uno hace. Yo quiero hablar sobre las angustias de una generación, mas quiero que lo que yo escriba sea un alivio. La televisión generalmente sirve como compañía en los hogares. Probablemente no es un medio que está hecho para sacudirte políticamente y menos ahora que la relación es más personal con plataformas como Netflix. Yo soy muy respetuosa de la telenovela y de lo que puede generar, pero el poder de contar historias no tiene que estar ligado con lo que ocurre.
—Me planto ante cualquier forma de poder con la libertad y la responsabilidad de evadirlo, pero también de combatirlo. En este momento no me interesa combatir, ahora tengo una responsabilidad diferente. Me interesa tocar lo que no va a desaparecer: hay unas fracturas internas que se van haciendo más hondas en nuestra sociedad y al parecer pocos lo notan. Cuando todo el torbellino pase nos vamos a dar cuenta de que el centro está destruido. Solo estamos tratando de cuidar la fachada, pero se nos olvida que hay otras luchas. Tampoco me preocuparía por hablar demasiado de Venezuela porque ella siempre aparece sola, este es un país invasivo y siempre termina por colearse en cualquier cosa que escribas. Ahora, el arte tiene que mantenerse siempre y servir de contrapeso, estar en completo desequilibrio, el balance necesario se lo dejamos al poder que bien hace falta.
Egresada de la Escuela de Letras de la UCAB, Karin Valecillos estudió la forma de escribir guiones en Argentina y también trabajó en talleres junto con Elio Palencia, Mónica Montañés y el español José Sanchís Sinisterra. Es escritora del filme
, que sigue cosechando éxitos en festivales internacionales y que está basado en su pieza de teatro
s. Ha sido galardonada con el Premio Municipal de Teatro, el Premio Avencrit, el Premio Isaac Chocrón de Dramaturgia y el Premio Fernando Gómez a la Joven Creadora. Su obra
se presenta actualmente en el Celarg y en septiembre estrenará un monólogo basado en la vida de Simone de Beauvoir.