El baloncesto aún celebra 25 años de una gesta histórica
De acuerdo a diversos libros y documentos de la historia universal en el siglo V el rey Carlomagno contó con 12 guardianes legendarios conocidos como Paladines y que fueron considerados como grandes héroes. Estos soldados libraron fuertes batallas contra ejércitos oponentes y terminaron consolidando uno de los imperios más famosos que haya existido.
Lejos de ese término y dejando a un lado las leyendas de personajes antiguos, para los venezolanos, específicamente para los seguidores del baloncesto, la figura de esos titanes reposa en aquellos 12 jugadores que partieron a Estados Unidos en 1992 con la firme intención de conseguir la tan anhelada clasificación de una selección nacional a unos Juegos Olímpicos y que no defraudaron en el intento.
Carl Herrera, Sam Shepherd, Victor David Díaz, Gabriel Estaba, Iván Olivares, Nelson "kako" Solórzano, Rostyn González, David Díaz, Luis Jiménez, Alexander Nelcha, Melquíades Jaramillo y el fallecido Armando Palacios conformaron aquel grupo talentoso y sobre todo humano que tuvo bajo su tutela el puertorriqueño Julio Toro.
Aunque el año de 1992 es el recordado como el de la gran gesta histórica el gran sueño comenzó a forjarse un año antes y en propio territorio nacional. La delegación venezolana tuvo el honor de ser la anfitriona del Suramericano de 1991 y lo hizo en el Forum de Valencia.
Venezuela tuvo una gran participación en el certamen al punto que logró dejar en el camino a Uruguay para alcanzar la gran final contra el combinado de Brasil.
Inolvidable. Así se puede de- finir lo que representó ese desafío frente a los amazónicos.
No solo por el campeonato conquistado, sino por la forma en la que se logró la victoria: con remontada y en tiempo suplementario por ajustado marcador de 122 a 121.
Fue esa la primera hazaña de aquella época dorada para el basketball rentado del país. Se rompió una cadena de 27 torneos en los que ninguna selección diferente a las de Brasil, Argentina y Uruguay habían tenido el placer de levantar el trofeo.
La gloria.
Meses mas tarde el boricua Toro y su novel plantilla de profesionales partieron a la ciudad de Portland, Estados Unidos, para medir fuerzas con los representados de los otros nueve clasificados en el continente americano en la quinta edición del torneo organizado por la Federación Internacional de Baloncesto (FIBA).
Como miembros del grupo B el debut no pudo ser mejor.
Vencieron a Uruguay 110 a 97 con un Carl Herrera en pleno apogeo y un año de experiencia en la NBA con la camiseta de los Rockets de Houston.
Los resultados venideros trastocaron un poco la ilusión.
Par de derrotas consecutivas contra Brasil y Puerto Rico dejaron al quinteto patrio con la obligación de vencer si quería avanzar de ronda. El objetivo se cumplió en un reñido enfrentamiento con México con victoria de 88-85.
Solo el equipo de Canadá en la segunda ronda separaba a Venezuela de la gloria, pues un triunfo aseguraba un cupo a los Juegos Olímpicos que se disputaría en ese mismo año en la ciudad española de Barcelona.
El ímpetu, el coraje y las ganas de poner el pabellón nacional en lo más alto fueron los principales argumentos que presentó el equipo venezolano aquella noche del 2 de julio de 1992, suficientes para batir a los canadienses y lograr lo que nunca se había logrado por en conjunto: disputar el evento más trascendental del mundo deportivo.
Inconformes con el boleto obtenido a Cataluña, un días después Venezuela dio cuenta de Brasil 100 a 91 para alcanzar la gran final en la que le tocó medirse nada más y nada menos que con el equipo soñado de Estados Unidos, liderados por la estrella mundial Michael Jordan, que sin mayores contratiempos salieron airosos por amplio margen de 127-80.
Instalados en Barcelona apenas días más tardes la actuación de la selección fue discreta con récord de 1 victoria y 4 derrotas, aunque el simple hecho de aparecer entre los participantes llenó de regocijo al gentilicio venezolano que disfrutó como nunca esos Juegos Olímpicos.
En la actualidad varios de estos 12 héroes siguen enlazados con el deporte de las alturas.
Rostyn Gonzalez y Víctor David Díaz lo hacen desde puestos gerenciales en la Liga Profesional de Baloncesto con Cocodrilos de Caracas y Marinos de Anzoátegui respectivamente. Herrera tuvo varias temporadas al frente de Gigantes de Guayana.
Nelson "Kako" Solórzano y Luis Jiménez hacen su aporte como asistentes técnicos de Cocodrilos y Gigantes, respectivamente. Mientras, David Díaz dirigió la campaña anterior a Panteras de Miranda, aunque fue despedido antes de culminar la temporada.
Otros decidieron tener una vida anónima más allá del baloncesto.
Sam Shepherd se dedica a la industria automotriz en su natal Filadelfia. Ivan Olivares incursionó en el mundo de la política. Gabriel Estaba maneja su propia empresa de importaciones y Melquíades Jaramillo imparte sus conocimientos mediante la educación física en colegios de la parroquia Catia.
Julio Toro mantiene su estatus de entrenador de categoría y después de muchos años dirigiendo en Venezuela, ha vuelto a su tierra borinquen a pasar los que probablemente sean los últimos años de una más que exitosa carrera.
Pocas han sido las ocasiones en las que todas estas notables figuras del baloncesto han podido coincidir nuevamente sobre un tabloncillo. A pesar de que se han realizado Juego de Estrellas y homenajes en sus nombres para honrar la proeza, quizás jamás se celebre como se hizo en aquel verano del 92.