Crónica de un debut
Pisar el clubhouse del equipo grande de los Orioles de Baltimore no impresionó al joven Anthony Santander. Mientras caminaba por el nido pensaba en que lo que iba a suceder tarde o temprano, debido a su condición de Regla 5, y a la impresión que había dejado en el Spring Training. Pero su primer día en las mayores no iba a terminar sin antes sentir los nervios y la emoción que empapan a cualquier novato. Se puede suponer que su corazón y estómago dieron un vuelco cuando se vio en el lineup, en el juego del viernes, contra los Angelinos de Los Ángeles de Anaheim.
Allí estaba el nombre de Santander, ubicado en el séptimo puesto de la alineación y en el jardín derecho. Ni siquiera los meses que pasó en la lista de incapacitados de 60 días, por una lesión en el antebrazo diestro, ni la cercanía que tuvo con sus compañeros en la primavera lo prepararon para eso.
“Me sentí muy contento al verme allí, en el lineup. Iba a jugar el primer día”, comentó el joven de 22 años de edad, en una conversación por teléfono con El Nacional. “Estoy muy feliz y agradecido. Y sí, a uno siempre le da ese poquito de nervios y emoción”.
Los sentires exploraron cuando corrió del dugout a la pradera derecha al comenzar el juego. En ese instante se convirtió en el venezolano 374 en jugar en las mayores, un conteo que incluye a Felipe Paulino, Aurelio Monteagudo y Josh Barfield. “Es difícil describir cuando pisas la grama, ves las gradas y la gente”, recordó en margariteño sobre su primera noche en Camden Yards, casa de los oropéndolas. “Pero me pude concentrar en el juego”.
E hizo bien en dejar a un lado las emociones. Fue probado por un batazo de Mike Trout, en el segundo inning. Santander reaccionó como cualquier experimentado le gustaría hacerlo en un buen día. Corrió y se tiró de cabeza para coger la bola. Y lo logró. Así se ganó por primera vez el aplauso del público de las Grandes Ligas.
“Estaba preparado para esa jugada”, detalló. “El cuerpo técnico me había indicado donde colocarme y pude seguir bien la pelota. No hubo miedo por mi brazo, ya no me duele y me siento bien”.
Las bromas en el dugout comenzaron. Los peloteros experimentados hicieron sus comentarios jocosos, algo que siempre existe en las intimidades del juego. Algunos solo le pedían a Santander que le hiciera el swing al primer pitcheo que viera. “Creían que así se me iba a pasar los nervios o algo”, dijo.
Pero su primer hit en las mayores llegó en el noveno inning, contra su compatriota Yusmeiro Petit. “Logré batallar ese turno”, contó el novato. “Y fue importante por la situación del juego”.
Santander terminó su día saltando. Trotando las almohadillas con la seguridad de llegar al home, gracias al tercer cuadrangular del encuentro de Manny Machado y que dejó en el terreno a los querubines, 9 a 7. En su primera experiencia, fue parte del bochinche de los Orioles en el terreno de juego.
“Fue inolvidable”, razonó el jardinero, decimocuarto graduando criollo en el año. “Nunca me imaginé que mi primer día fuese así”.
EL DATO
Anthony Santander todavía no sabe si podrá jugar con los Navegantes del Magallanes en la temporada 2017-2018. “Vamos a ver qué pasa, qué decide el equipo (los Orioles) en los próximos días”, dijo. “Yo estaría feliz si juego en Venezuela”.