Tierra de camareros
Siete años han pasado ya desde la llegada de José Altuve a las Grandes Ligas en 2011, y todavía, en lo primero que uno piensa al hablar o escribir de él, es en su estatura. Un metro con 68 centímetros. Junto con Alexi Amarista, es el pelotero más pequeño de las ligas mayores. En consecuencia, el tamaño se ha convertido en su marca de fábrica, en su etiqueta, por encima de otras notables habilidades exhibidas en todo este tiempo.
Aceptemos que es comprensible lo ocurrido. De hecho, no es la primera vez que sucede algo semejante en las memorias de las ligas mayores. Lo mismo pasó en los años 50 y 60 con un jardinero de nombre Albie Pearson que jugó en particular con los Senadores de Washington y los Angelinos de California, y en los 70 con el campocorto Freddie Patek, con los Reales de Kansas City. Ambos eran más pequeños que Altuve. Pearson fue “Novato del Año” de la Americana en 1958 y entre los dos asistieron a tres Juegos de Estrellas. Sin embargo, fue su metro y 65 centímetros lo que más llamó la atención, o al menos, la circunstancia que no dejaba de sobresalir a la hora de ser citados por los periodistas y los aficionados de entonces.
Es probable que haya algo de exageración en todo esto, pero es la perspectiva que da pie al relato de hoy. Quizás no sea más que una presunción de parte nuestra, cargada de subjetividad. Un prejuicio ni más ni menos. ¿Pero no les parece que la segunda base y sus defensores, se hallen confinados al camerino de los actores de reparto, comparados con el resto de los integrantes de la alineación regular de un equipo de beisbol? Tal vez se trate de un plano íntimamente ligado al nombre que los identifica: “segunda base”. Y es aquí donde Altuve toma el rol de protagonista principal de esta historia. El venezolano de 27 años de edad forma parte de la crema de la crema de la gran carpa, tiene dos títulos de bateo y hasta ahora va camino a un tercero, lo que no es poca cosa. Pero, ¿por qué la circunstancia de ser el segunda base titular de los Astros de Houston, no emerge como su primera referencia?
Esta bien, pueden suponer que quien escribe amaneció este domingo perdido entre los vericuetos de la esencia del juego aunque aquí va otro tabú. Al hablar o escribir de las combinaciones defensivas alrededor de la segunda almohadilla, el campocorto pareciera cumplir con un rol más decisivo, especialmente en la elaboración del dobleplay. A ver, salvo el caso del puertorriqueño Roberto Alomar, excepción que confirma la regla, ¿son capaces de evocar a los camareros que acompañaron a Omar Vizquel mientras obtuvo sus 11 “Guantes de Oro” como el más notable shortstop de la Americana o la Nacional? ¿O a cada uno de los camareros que estuvieron al lado de Luis Aparicio entretanto ganaba sus nueve “Guantes de Oro” también en la Americana? ¿No les parece injusto, si al menos ninguno puede vivir sin el otro? ¡Se complementan, no son excluyentes!
Otra conjetura, aunque con una dosis mayor de objetividad, en parte nos recuerda la preponderancia del campocorto. En un alto porcentaje de dobles matanzas por la segunda base, la acción comienza en las manos del torpedero porque la mayoría de los bateadores son derechos y sus conexiones van dirigidas por el lado izquierdo del cuadro interior. Aún así el recelo prosigue instalado en nuestra imaginación.
En un panorama más doméstico, no pretendemos restarle trascendencia a la singular herencia de los campocortos venezolanos en las grandes ligas. En algún momento de sus trayectorias, Alfonso Carrasquel, Luis Aparicio, David Concepción, Oswaldo Guillén, César Izturis y Omar Vizquel, fueron los número uno de la posición. Entre ellos acumularon 27 trofeos dorados, por solo cuatro de sus compatriotas en la segunda base: tres de Jesús Marcano Trillo y uno de Altuve.
No obstante, tomen nota. En lo que va de la presente campaña en las mayores, siete venezolanos acumulan al menos 60 juegos en la intermedia: junto con Altuve, Yolmer Sánchez, con los Medias Blancas; Rougner Odor, con los Rangers; Yangervis Solarte, con los Padres; César Hernández, con los Filis; José Peraza, con los Rojos y desde hace tres semanas, Ronald Torreyes asumió la intermedia de los Yanquis en lugar del dominicano Starling Castro, quien está lesionado. ¡Tierra de camareros!.