¿Estuvieron en Duaca las cenizas de Colón?
Algunas huellas conducen al puerto. Es un ambiente traslúcido que repercute hasta un silencio conmovedor, descansa este bucólico mundo de embarcaciones, como cruces de cementerio, sobre el amplísimo firmamento el despertar del cielo; la quietud del lienzo oceánico que besa sus costas como un furtivo amante medieval. Las aguas se deslizan entre los brazos de las arenas genovesas, tierra de historias de corsarios, intrépidos hombres adentrándose en las profundidades de un océano atiborrado de aventuras.
Génova es fascinación por su rostro maravilloso de ciudad vibrante, cada espacio guarda una historia que describe viejas hazañas; son un pasado detenido en un tenue cielo azulado. Su delgada línea costera, frente al mar de Liguria, es como un extenso camino que observa las colinas que se remontan hasta la cima del monte Reixa a 1.183 metros de altura sobre el nivel del mar. La región en su parte occidental alcanza los lugares más allá de las cuencas hidrográficas de los Apeninos (en la correspondencia del curso del río Stura) y viene directamente a limitar la región geográfica del sur del Piamonte en las cercanías de la ciudad de Bossio.
Las añejas gabarras traen las historias de fantasmas. Las generaciones de navegantes han sabido absorber las leyendas familiares para crear sus propios misterios. Fue, entre estos episodios, donde nació quien lograría descubrir al Nuevo Mundo. Quizás, antes habían llegado otros viajantes que relataron en tablitas cuneiformes lo que hallaron en nuestras tierras, pero fue Cristóbal Colón quien logró colocar su nombre como el colonizador del nuevo paraíso.
En cuna de navegantes nació un hombre hecho para tener como destino los océanos. Cristóbal Colón respondía al molde de un territorio consorte del mar de Liguria. Su llegada en 1451 en territorio de la República de Génova (hoy parte de Italia), aunque la ubicación exacta sigue en disputa. Sus padres fueron Doménico Colombo, también nacido en la República de Génova, y Susanna Fontanarossa, una joven que habría nacido en el distrito de Val Bisagno en Génova. Su padre era maestro tejedor y luego fue comerciante. Del matrimonio nacieron cinco hijos, Cristoforo, Bartolomeo, Giacomo, Giovanni y la única mujer, de la cual no se tienen datos.
Cristoforo y Bartolomeo se dedicaron a la navegación marítima, mientras que Giacomo aprendió el oficio de tejedor y Giovanni murió muy joven. Según la mayoría de los historiadores, Cristóbal Colón seria la traducción al castellano del nombre italiano Cristoforo: Cristóbal, el que lleva a Cristo y Colón, que significa paloma en italiano. En una de sus firmas se puede leer Xpo Ferens, portador de Cristo, sería su traducción de acuerdo con los investigadores. Colón tuvo muy poca educación literaria y muy joven comenzó a navegar como grumete, entre los años 1474 y 1475 habría viajado a la isla del mar Egeo llamada Quíos, lo hizo como marino y también se dice que como comerciante. Su hijo Hernando Colón contaba que su padre había aprendido letras y estudió en Pavía, hecho que le permitía entender a los cosmógrafos. Como navegante hizo varios viajes a diferentes puntos, y sus estudios y teorías fueron los que convencieron a los reyes católicos, Fernando e Isabel la Católica, de efectuar el viaje a descubrir nuevos horizontes, acontecimiento que sería de gran magnitud para la humanidad de ambos continentes y del mundo. Según los historiadores, Colon se valió de un mapa elaborado por el cartógrafo alemán Henricus Martellus, que al igual que Toscanelli sostenía la hipótesis de la circunferencia de la Tierra, pero con dimensiones más pequeñas, donde Cipango (Japón) es localizado más hacia el este, a raíz de esto es que Colón creyó haber llegado a las costas de Asia Oriental.
El génesis del descubrimiento de América lo sintetiza el escudo de armas de la española Palos de la Frontera, pequeña ciudad andaluza, fue desde donde partió Cristóbal Colón el 3 de agosto de 1492. En 1479 los reyes católicos Isabel y Fernando contrajeron matrimonio, unificando así los reinos de Castilla y Aragón y en general al incipiente imperio español. Fueron ellos, principalmente la reina, quienes decidieron apoyar el proyecto de Colón, pues la ruta terrestre hacia el Lejano Oriente estaba controlada por los otomanos, y estos no permitían el paso a los europeos.
Colón pensaba que si navegaba hacia el occidente llegaría por el mar a las exóticas tierras de China y la India, apoyándose en la teoría del florentino Paolo Toscanelli, la cual planteaba que la distancia entre las costas del oeste de Europa y el oriente de Asia no era muy extensa. Luego de algo más de dos meses llegaban al Nuevo Mundo, un verdadero choque de emociones cuando Rodrigo de Triana gritó: ¡Tierra¡ Tierra¡ Se abría un vasto territorio de indescriptible belleza, si bien la primera que encontraron fue la pequeña Guanahani, una de las islas del archipiélago de las Antillas, en las Bahamas.
Este era el primer paso para ir descubriendo un mundo inexplorado al que creyó Las Indias. Cuatro viajes con diferentes visiones de un continente atrapado en su cosmovisión. Dos expresiones vivientes de realidades humanas totalmente contrapuestas, una corona alzada sobre la cúspide de un imperio forjado con la espada, mientras acá son aborígenes inocentes que comparten un paraíso. Las cuatro expediciones de Colón siempre bordearon nuestras Antillas, anduvo dándole vueltas por conseguir la piedra angular de todo el misterio que significaría ser el descubridor. Sin embargo, los grandes territorios estarían reservados para otros personajes, algunos de ellos movidos por el interés mercantilista de anexarse pueblos, sueños y riquezas.
Un infarto fulminante acaba con la vida del descubridor de América, el 20 de mayo de 1506 en Valladolid. Estaba en la ciudad tratando de entrevistarse con el rey Fernando el Católico para discutir sobre sus últimas expediciones y el margen de privilegio que obtendría por servicios a la corona, que venía recortándole beneficios para impedir que se convirtiera en el amo del Nuevo Mundo, con un poder aun mayor que el de la península. No obstante, sus severas complicaciones artríticas deterioraron enormemente su salud, su aspecto hinchado con ojos rojizos y dificultades para orinar lo transformaron en una persona débil. Su muerte fue el inicio del último de sus viajes entre España y las Indias. Primero sus restos fueron enterrados en esta ciudad castellana y luego en el monasterio de La Cartuja en Sevilla (Andalucía-España), por la voluntad de su hijo Diego, que heredó los cargos de su padre y fue virrey, segundo almirante y gobernador de la isla La Española. Después, en 1542, sus restos fueron llevados a Santo Domingo, en la parte oriental de la isla. En 1795, al entrar los franceses en Santo Domingo, fueron trasladados a La Habana (Cuba). Luego de la caída de Cuba en manos estadounidenses tras invadirla en la guerra Hispano-Americana de 1898, sus restos fueron destinados a la Catedral de Sevilla, donde se colocaron en un elaborado catafalco. Pero en 1877 fue descubierta bajo el altar de la catedral de Santo Domingo (República Dominicana) una caja de plomo con una inscripción que decía “Don Cristóbal Colón”, que contenía fragmentos de huesos y una bala.
Unas reparaciones en la catedral de Santo Domingo en 1877 dieron con dos bóvedas hermosamente diseñadas al lado del altar mayor. Inmediatamente fueron convocadas las autoridades eclesiásticas para darles la novedad. Se percataron de que una de ellas tenía la inscripción de pertenecer a Cristóbal Colón y la otra, atribuida a su hijo Diego, estaba vacía, por lo que creyeron que los restos que enviaron a La Habana en 1785 fueron equivocados. Quisieron mantener todo en secreto hasta poder lograr un consenso. Ante tal hallazgo, se convocó a un conjunto de personas entre las cuales se encontraban representantes del Estado, de la Iglesia, el cónsul de España, el general venezolano Lugardis Olivo y otros individuos, y se procedió a la exhumación. Posterior al acto, se permitió que algunas personas tomaran parte de las cenizas que quedaron en la mesa, lo cual hizo el venezolano presente y otros más, a quienes se les expidió documentos que certificaban la autenticidad de los restos.
El general Olivo trasladó su parte de las cenizas a Caracas y, posteriormente, a Duaca, estado Lara, donde fueron encontradas en 1927 en posesión de su sobrina Etelvina González de Olivo. Posteriormente, las cenizas fueron adquiridas por el gobierno de Eleazar López Contreras en 1941 y colocadas en la Catedral de Caracas, en la capilla de Nuestra Señora del Pópulo.
El 24 de julio de 1972 se realizó un acto solemne en la Escuela Naval de Venezuela, en la meseta de Mamo de la parroquia Catia La Mar, para depositar las cenizas del almirante genovés. Desde entonces reposan en algún lugar del mencionado recinto, sin honores ni glorias y con la sospecha de su autenticidad. La realidad es que nadie sabe cuáles son las auténticas cenizas. Si las que quedaron en Santo Domingo, las que están en Sevilla o las cenizas que durante un tiempo estuvieron en Duaca. ¿Cómo llegaron al hermoso pueblo larense? ¿Quién era Etelvina González de Olivo? La mujer que tuvo posesión de las cenizas en su casa en Duaca, son preguntas sin respuestas conocidas.