¡SE LO CONTAMOS! Lo feo, lo malo y lo inaceptable del chavismo (y nos quedamos cortos)

Desde que el chavismo se asentó el Venezuela, ha dado de lo qué hablar. Todo el rechazo que ha logrado cosechar no es en vano,
sino consecuencia de sus malas prácticas, incongruencias discursivas, poca preparación y corrupción. 
Empezando por el hecho de que, en la teoría, un gobierno socialista debería
“repartir equitativamente” las riquezas
, pero en la práctica se enriquecen los que detentan el poder, desaparece la clase media y se profundiza la pobreza, ya denota lo inconsistente que, de por sí, es el actual régimen venezolano.
Muchas son las críticas
hacia los miembros y las acciones del chavismo, pero nos hemos detenido a desglosar las más aberrantes de todas y que sirven de muestra del mal gobierno de que es víctima Venezuela.
Lo feo:
–
Nicolás Maduro.
Hay que empezar por el principio: Maduro es el presidente de Venezuela, un personaje que difícilmente pasa percibido, no por su preparación (pues, antes de entrar en cargos políticos era chófer de Metrobus), sino por su
capacidad para demostrar lo ignorante
que es.
Lo peor de todo es que, más allá de su forma de hablar (a los ministros y ministras, estudiantes y
estudiantas
, libros y libras, periodistas y
periodistos
), pareciera que “el chiste” ha trascendido hasta convertirse en la
única forma de comunicación
del mandatario nacional a quien muy pocos toman ya en serio.
– 
Lacava Ft. Bad Bunny. 
Este es solo un ejemplo de la forma de hacer gobierno del chavismo. Como Rafael Lacava, gobernador de Carabobo, hay muchos otros en esta bancada que lo único que saben hacer muy bien es 
show 
y nada de priorizar.
Puede ser porque a buen número de venezolanos les gusta el
“pan y circo”
, pero ello no va en desmérito de las necesidades del país. Antes de traer a un cantante de 
trap
a Venezuela (vendiendo la idea de que la entrada es gratis y que el gobernador cantará con él), ¿no debería invertirse ese dinero en arreglar el problema del agua en Carabobo?
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– 
Diosdado Cabello. 
Más allá de su “detestable” forma de hablar, algo muy representativo del primer vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv) es que es, él solo, el vivo ejemplo
de lo peor del chavismo.
Resalta su cinismo y su falta de escrúpulos
. Sin embargo, resulta aún más indignante que un personaje de la “alta cúpula gubernamental” -que fue, incluso, presidente de la Asamblea Nacional (AN)- sea ligado a actividades de narcotráfico.
Diosdado Cabello es, sin duda, representación de los
peores males del chavismo
.
Lo malo:
– 
Carnet de la patria. 
Un elemento que, hoy en día, todos los venezolanos conocen, pero que
inició siendo un simple “censo”
y que ahora servirá hasta para pagar las bolsas de los Comité Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) y otros servicios. Eso es el carnet de la patria.
Se dijo que serviría para identificar a los ciudadanos (¿entonces, para qué sirve la cédula?) y luego se demostró que es otro método de coerción y control de parte del ejecutivo con el cual
pretenden dar más “migajas”
al pueblo que, ante la carencia de casi todos los elementos básicos (medicinas, alimentos), deberán obtener la tarjeta para, básicamente, sobrevivir.
Lo que sí es cierto es que solo tendrán los
supuestos “beneficios”
quienes lo tengan.
– 
Fachada de democracia
. 
Es indiscutible que una sociedad democrática requiere del diálogo para establecer acuerdo, pero el gobierno de
Maduro no pretende acordar nada
, sino “respirar” y dar la falsa imagen de que escucha a quienes lo adversan.
Para muestra un botón: ¿qué clase de sociedad democrática que se respete pretende “controlar” lo que los medios dicen? ¿Si todo está “bien”, qué necesidad hay de
“vigilar”
las redes sociales como lo propone la
Ley contra el Odio
? ¿Por qué aquello de que “aquí no se habla mal de Chávez” en locales e instituciones públicas?
Lo malo del chavismo no es tan solo que atente
contra los principios básicos
de la democracia, sino que se ensañe en asegurar que se trata de un régimen democrático cuando sus acciones dicen lo contrario.
– 
Guerra psicológica. 
Una de las indudables virtudes del régimen (para desgracia de la oposición) es que saben desmotivar a la gente en los momentos de mayor debilidad.
Justo después del cese de las protestas que iniciaron en abril de este año, la “guerra psicológica” inició: la gente estaba desmotivada, la oposición desorganizada y habían perdido la fuerza de calle.
Justo en ese momento, el discurso del régimen se abocó a resaltar la cantidad de muertes, heridos y demás pérdidas materiales que las llamadas “guarimbas” dejaron a su paso.
Y lograron su cometido: la gente odió a los dirigentes de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD).
Lo inaceptable:
– 
Negar el problema. 
Una de las especialidades del chavismo actual es “hacerse la vista gorda” ante los problemas que atraviesa el país:
el hambre, la inflación, la escasez, el miedo a la inseguridad y la crisis política
son hechos que nadie puede negar.
Pero el chavismo no se conforma con “ignorar” el problema, sino que, con su especial habilidad para
hacer “populismo”,
hace creer al pueblo que está ayudándolo, dándole un “bono navideño” a 4 millones de venezolanos con el carnet de la patria y poniendo en marcha un “bono hallaquero” que no resuelve el problema, pero que mantiene al ciudadanos ocupado pensando en la navidad.
– 
Negar ayuda humanitaria. 
Aunque es absurdo que el régimen niegue el problema, lo peor de cuando lo aceptan es que las justificaciones para no atacarlo son más ilógicas aún.
Por ejemplo, es evidente que en Venezuela existe una emergencia humanitaria, pero el régimen no acepta la ayuda porque, tal y como alguna vez hizo Chávez,
temen alguna “intervención extranjera”.
– Viviendo de la esperanza de Venezuela. 
El régimen chavista tiene más de 18 años en el poder y no ha caído, pese a leves tambaleos ocasionales, porque los ciudadanos mantienen la “esperanza” de que alguien llegue a resolver el problema.
Mientras miles comen de la basura, por otro lado, el gobierno entrega bolsas CLAP navideñas. Mientras hay quienes mueren por falta de medicinas, se entregan cajas y cajas a otros sectores. Mientras un grupo de venezolanos trabaja duro a diario, otros con estar inscritos en misiones reciben dinero, sin mover un dedo.
Es esa capacidad de quitar todo y luego entregar “migajas” con las que el pueblo se conforma porque “podría ser peor”. Existe miedo de perder lo poco que se tiene, conformidad de parte de un sector de la población y esperanza, a ratos, porque
“no hay mal que dure 100 años”
, pero ya han pasado 18 y el país está devastado.
Redacción Maduradas
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